El rol de las universidades nacionales en contexto de ajuste

4 septiembre, 2019

Por Antonio Colicigno

Profesor en Historia, Magíster en Políticas Sociales, Docente de la  UNLP

Las Universidades Nacionales fueron uno de los sectores más castigados durante la gestión de Cambiemos. En este escenario de ajuste y desmantelamiento que recae sobre nuestras universidades y que busca dejarlas solas y a la deriva para que efectivamente los pobres no lleguen a la universidad, no porque no quieran sino porque las Casas de Altos Estudios dejarán de existir, nos preguntamos: ¿Qué pasa con esos jóvenes que pretenden seguir estudiando en nuestras universidades públicas? ¿Qué hacen las universidades para intentar mantener a sus alumnos?

Más allá de la baja del presupuesto 2019 del número de becas y del atraso en el valor real de la misma. Lo cierto es que podemos observar el esfuerzo de las Universidades Nacionales para intentar de todas formas que los jóvenes no abandonen sus estudios, y qué decir de lo que pasa en las Universidades del Gran Buenos Aires, con una mayoría de jóvenes que son primera generación en sus familias que llegan a ese escalón educativo.

Los sectores que en su mayoría acuden a estas universidades son los más golpeados por el recorte de las Becas Progresar que se ha realizado desde el 2016. La tendencia creciente que se venía advirtiendo desde el periodo 2014-2016 se contrajo, la cantidad disminuyó en 220.051 en 2018 y en 2019 cayeron 55.572 más.  Además, si tomamos el pico de 809.752 alcanzado en 2016 observamos que a la fecha hay 303.571 menos becas.

Resulta oportuno agregar que en el marco de la crisis económica y corrida cambiaria (post-PASO 2019) el presidente de la Nación, Mauricio Macri salió a anunciar distintas medidas que en apariencia tienen la forma de populistas pero que en su contenido no hacen más que seguir segmentando a los que más tienen de aquellos que menos posibilidades reales poseen de alcanzar sus metas. Es que entre las medidas, se anuncia la suba del 40% para aquellos beneficiarios de las Becas Progresar, que no se actualizaban desde el relanzamiento del programa, a principios de 2018. En concreto, lo que se menciona desde la Presidencia de la Nación es el aumento de la becas para un estudiante terciario o universitario de una carrera estratégica (ingeniería, enfermería o alguna relacionada a la región) de $2520.   A ese mismo estudiante, en el último año de la carrera estratégica, el beneficio le aumenta a $6640.

Sin embargo, nada se dice de los jóvenes que perciben la beca como ayuda para finalizar sus estudios primarios y secundarios. Todo parecería ser que su monto seguiría siendo de $1250. En esencia, se revierte el plan original de las becas ya que las mismas fueron ideadas con un fin más universalista, justamente, para llegar a los jóvenes de los sectores populares que no hubiesen terminado la primaria o la secundaria. Igualmente, a once días después del anuncio, todavía no se ha concretado efectivamente el acto administrativo  del aumento prometido.

En este contexto de crisis, el Vicerector de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), el Dr. Arnaldo Medina sostiene que “Desde el año 2015 a la fecha se ha visto un gran deterioro de las políticas de becas y contención social en el ámbito universitario. En el caso de la Universidad Nacional Arturo Jauretche la cantidad de solicitantes del Programa de Becas Progresar, el cual es el resultado de la unificación de las Becas Bicentenario y el Plan Progresar, llegó a 9115 estudiantes en 2018 lo que representa un 50% de la matricula total”.

“Un dato que agrava las condiciones de permanencia de este colectivo de estudiantes es que solo 4794 de estos solicitantes fueron aprobados (poco más de la mitad). La implementación de requisitos más restrictivos para la admisión y permanencia en el programa nacional de becas universitarias logró que a fines de 2018 haya 221 becados menos que en 2015, a pesar que la cantidad de alumnos regulares aumentó más de un 25% en ese tramo de tiempo. A esto proceso de exclusión del programa se suma un fuerte deterioro del poder adquisitivo de la beca, el cual se redujo en un 50% (en promedio) como consecuencia de las sucesivas devaluaciones”, agregó Arnaldo Medina.

Por este motivo, Arnaldo Medina afirma que “Los estudiantes que ya no pueden acceder a las becas nacionales o que no logran costear con ella los menesteres de la cursada, recurren a sus organizaciones, como el caso del centro de estudiantes, para generar alternativas. En este caso, se puede tomar como parámetro la beca de apuntes del Centro de Estudiantes, la cual en 2015 alcanzaba a 100 estudiantes y que a principios de 2019 llegó a cubrir a 2000 estudiantes que no lograban costear su material de estudio”.

En la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) pasa algo parecido. Esta Casa de Altos Estudios abrirá una convocatoria a las «Becas Extraordinarias de Apoyo al Estudio» para los estudiantes que requieran “apoyo económico para poder sostener sus estudios en el segundo semestre de 2019”, según se puede leer desde su sitio oficial: https://www.ungs.edu.ar/beca/becas-extraordinarias-de-apoyo-al-estudio

En todos lados se observa el mismo patrón. Frente al grave retroceso en materia de inversión, recorte del gasto público, ajuste, desmantelamiento y caída continua de la cantidad de becas destinadas a estudiantes, a las Universidades Nacionales no les queda otra alternativa que desarrollar mecanismos de contención para evitar que se haga realidad lo que tanto quiere nuestra elite gobernante, que los pobres no lleguen a la universidad.


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