Historias de trabajo 11

4 abril, 2019

Paula Lucero es Socióloga, maestranda e investigadora con beca CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). Su tema son los agrotóxicos y la naturalización del riesgo en las poblaciones rurales. Problematiza la soledad de la investigación de campo para un becario que se mueve sin equipo detrás ni a los costados. Vive en pareja y le gusta la natación.

¿Cómo se compone tu núcleo familiar directo?

Mi compañero, mis tres perros, mi gata y yo.

¿Y las personas a las que considerarías de tu familia, a las que cuales ves habitualmente?

Mi papá y mis tíos. Mis primos. Todos están en Ramos Mejía y en Floresta, Capital. Después mis amigas de acá. Yo soy de un pueblo que se llama El Perdido, que está entre Bahía Blanca y Tres Arroyos. Viví ahí la mayor parte de mi vida. Mis amigas se fueron a estudiar a Bahía Blanca y yo me vine a estudiar Sociología. Las veo seguido pese a la distancia. Mi hermano también vive en Bahía.

¿Cuáles mencionarías como los hechos más relevantes de tu vida?

El primer momento fue cuando me mudé de Morón. De Ramos Mejía, donde vivía antes, con mi mamá y mi hermano, a los cuatro años, a un pueblo del interior, en el medio de la nada. Lejos de mi papá, de mis abuelos, de todo el mundo. Ese fue como el primer momento más importante. Están todos ligados, los primeros, al desarraigo. El segundo es cuando me tuve que venir a vivir acá. Y mis amigas se fueron a Bahía Blanca. Yo no quería mudarme acá. Y mi mamá empezó. Viste como es este tema de los mandatos familiares: ‘Que si te vas a Bahía Blanca, vas a terminar siendo profesora de secundaria’. Ella es médica. Y bueno, acá terminé siendo profesora de secundaria. También. Yo tenía 18 e hice lo que mi vieja me dijo. Y me vine a estudiar acá y la pasé muy mal. Porque estaba lejos de todo. Y bueno, yo quería ir a otro lado. El tercer momento relevante fue cuando me recibí. Y el cuarto momento relevante fue cuando pude acceder a la beca CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). Algo a lo que me había postulado un montón de veces y no me salía. Viste cómo es el sistema. Y a la tercera vez que me postulé, me salió. Una beca cofinanciada. La mitad la Universidad de San Martín y la otra mitad el CONICET.

¿Mirás o practicás algún deporte?

No. Soy un desastre. Nada. Practico natación pero porque voy cambiando. Hacía funcional. Ahora hago natación. En mi pueblo hay mil personas. El único deporte que había era para los varones. Era fútbol. Una pelota. Nosotros hacíamos softbol. Pero con un mango de hacha. Con una pelota. No teníamos ni guante. Ahora cambiaron un poco las políticas en relación a eso en mi pueblo.

¿Disciplinas artísticas que practicás o te interesen?

Me gusta pero no hago. La fotografía, sí. Trato cuando puedo  de sacar la cámara. Hice un cursito. Y más o menos lo manejo. El teatro también me gusta mucho también. No voy tan seguido como quisiera. Y música también.  Pero no toco ningún instrumento ni nada. Me gusta mucho el rock. Pero no todo el rock. Me gustan los Redondos. Me gusta mucho Sara Hebe. El folclore. Y las bandas más feministas que se han conformado ahora. Soy bastante amplia en ese sentido.

¿Militás?

En este momento, no. Milité durante mi instancia estudiantil en lo que era Unite. Hasta que no milité más, por diferencias políticas. Y ahora participó en movilizaciones, pero en ningún espacio.

¿Qué opinás sobre la cobertura de los derechos de los jóvenes?

Para mí en este momento estamos en un momento de retroceso total de cobertura de derechos de los jóvenes por parte del Estado. Los jóvenes y las jóvenes de ciertas clases sociales nos están demostrando que no importa eso y están arrasando con todo. Pero con el cierre de escuelas, con la falta de becas, con el aumento del boleto. ¿Cómo una piba, un pibe, tiene que pagar dos boletos y tiene que pagar 80 pesos por día? Es imposible. Y para acceder al boleto educativo tener que hacer un montón de vericuetos y de vueltas. Los más pibes, en la secundaria, yo lo veo, está muy difícil sostenerse. El año pasado hice una suplencia y los pibes te dicen: ‘¿yo quiero salir de la pobreza, quiero estudiar, quiero trabajar, pero quiero salir de acá’. Así te lo dicen, sin mucha vuelta. Y yo digo, ‘pero la pucha, no va a estar fácil’. Y yo no les puedo decir eso ‘pero la verdad es que la vas a tener muy difícil’. El acceso a la salud está complicadísimo. El acceso al laburo. El acceso a cualquier cosa está complicadísimo.

¿En cuanto a las mujeres?

Si los varones tienen los derechos vulnerados, las mujeres los tienen doblemente vulnerados. Ya las mujeres que somos universitarias tenemos nuestros derechos vulnerados. Una piba que no puede acceder a derechos de salud sexual y reproductiva, que no puede acceder a políticas públicas y de salud como debiera ser si queda embarazada, la posibilidad de un aborto. Una piba que tiene muchas posibilidades de ser abusada en un montón de aspectos, no solamente violada. Todos los tipos de abuso. Las mujeres la tenemos más complicada por el hecho de ser mujeres y más una piba joven por estar en otras condiciones sociales.

¿Cuáles son los principales temas de investigación que desarrollaste?

Por ser de un pueblo y por demás cuestiones personales, me interesa lo que es la sociología rural, la antropología rural y la geografía rural. Lo que estoy trabajando ahora y lo que me interesó en estos últimos tiempos es, en un primer momento, y después, por distintas cuestiones lo fui cambiando, qué impacto en la salud había en los trabajadores y en la comunidades rurales, por el uso del agrotóxicos a mansalva como se usa en la producción agraria extensiva y, también, en las verduras que comemos. Yo trabajaba en Morse, Junín, provincia de Buenos Aires. Cuando fui a Morse me di cuenta, primero, que estaba sola con esa investigación. No tengo un equipo de investigación atrás. Si bien tengo mi Director, mi Directora, y el apoyo moral que se necesita, no hay nadie más haciendo esa investigación. Así que un estudio epidemiológico no pude hacer. Una cosa médica ni nada por el estilo. Pero a su vez, cuando llegué a Junín, para las personas no era un problema. Lo que para mí no era un problema, para ellas no era un problema. Entonces vi la necesidad de cambiar mi tema de investigación. Entonces estoy trabajando sobre qué pasa con esas personas. Formal es otro el título. Pero yo te lo cuento así. Qué pasa con esas personas, por qué no es un problema. Qué prácticas y discursos de esas personas hay para que no se presente como problema. No haya sentido social del riesgo en el uso de agrotóxicos en la producción agraria. Y juegan categorías de hegemonía, contrahegemonía. Y un montón de cuestiones.

¿Y las principales conclusiones a las que arribaste?

Primero, que no es visto como problema. Por estas categorías de hegemonía y contrahegemonía. De cómo, las grandes empresas pero también el Estado, a través del SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria), algunos sectores del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Alimentaria), no todos, van construyendo alrededor de lo que son Buenas Prácticas Agrícolas. Como un concepto fuerte. Y esta categorización en bandas, de los productos (verdes, azules, rojos). Van construyendo cierta inocuidad de los productos. El glifosato es algo que te venden para el jardín. ¿Entendés? Es algo que te venden como si fuera un vaso de agua. Entonces se ha generado cierta inocuidad sobre eso. Y el sentido del riesgo social se presenta como nada. Y los profesionales de la salud no están preparados para abordar este tema. Las universidades no los están preparando. Salvo la Universidad Nacional de Rosario, o Córdoba (Universidad Nacional de Córdoba). Peor no es algo que sea visto como una problemática. Pasa lo mismo que pasaba con el tabaco en su momento. Que todo el mundo fumaba. Fumaban mujeres embarazadas, no embarazadas. No pasa nada. Siempre y cuando, ojo, siempre y cuando vos utilices las buenas prácticas agrícolas. Si vos te enfermás o pasa algo es porque vos, trabajador, trabajadora, no lo hiciste bien. La responsabilidad siempre es del pobre tipo al que no le queda otra que salir a fumigar. Es muy perverso el sistema.

¿A nivel subjetivo qué impacto tuvieron para vos las investigaciones?

Primero, que es un tema sensible y te pone mal. Empezás a conocer casos de gente que la pasó realmente mal. Que tiene malformaciones o abortos espontáneos. Y te afecta emocionalmente. Y después, otra parte subjetiva que me ha afectado, y que afecta, creo, a la mayoría de los investigadoras e investigadores que trabajan solos, que es el tema de hacer campo sola. El de ir, golpear. Mirá ‘soy fulanito de tal’. Tomar un colectivo a las 6 de la mañana. Que no conocés a nadie. Ese es un tema interesante también para analizar. La soledad de la investigación y, a su vez, la falta total de recursos. Desastre. No hay un peso. Eso también. Me encanta hacer trabajo de campo pero también es algo muy solitario. Y, a su vez, la competencia que hay en el sistema científico. Porque es algo que no me gusta, que no estoy de acuerdo, pero que tenés que jugar sí o sí. Porque te quedás afuera. Igual, hay muchas posibilidades que con el recorte presupuestario te quedés afuera. Pero tenés que publicar.; tenés que recibirte de doctora o de magíster; tenés que publicar en ciertas revistas científicas, no en cualquier revista científica; a su vez tenés que dar clases, porque no te suma; a su vez, tenés que hacer un montón de otras cosas que se termina haciendo una competencia feroz con el compañero o compañera de al lado, que es inhumano.

¿Qué impacto le adjudicás en la Universidad a las investigaciones que desarrollaste y qué impacto tuvieron en la comunidad?

Yo no creo que haya ningún impacto. En la Universidad, por lo menos. No creo que nadie sepa lo que estoy investigando. Salvo mi Director y mi compañero de oficina, a los que les quemo la cabeza. Impacto en la comunidad tuvo no tanto lo que estoy haciendo sino que es una comunidad chica y se genera algo de ‘mirá ahí viene la que’. Entonces, en público no te dicen nada. He hecho talleres con madres, con maestras y con alumnas y alumnos, y ahí no dicen nada. Pero, después, cuando te estás yendo te dicen ‘che, mirá ¿sabés lo que pasó? Que fulanito y menganito’. Y ahí se empieza a prestar un poco más de atención. Si se fumiga, no se fumiga, cuándo se fumiga, por dónde tiene que pasar la fumigadora. Cosas que parecían totalmente naturalizadas. Yo soy de Coronel Dorrego. Viste que en los pueblos, por lo general, lo que se está haciendo son ordenanzas municipales, que son franjas de no fumigación. Cerca de áreas urbanas o periurbanas no se puede fumigar. O no se puede fumigar, o se puede fumigar con productos de banda verde. Es el glifosato banda verde, que te lo echan igual. En Dorrego, no hay nada. En mi pueblo. La casa de mi mamá está acá, acá hay una casa y acá hay un campo. Listo. Se fumiga. Con lo que sea, cuando sea, de la forma que sea. Haya viento, no haya viento. Tenemos un basural a cielo abierto. Los bidones los tiran en el basural a cielo abierto. Hay una dejadez total por la vida humana, por todo. Los productos se categorizan por las bandas. Puede ser amarilla, verde, azul y demás. Por la inocuidad o no toxicidad, que se llama dosis letal 50. De ese producto, cuánto le tengo que echar para que se muera el 50% de la población referente. Sean ratas. Sea lo que sea. Y el glifosato, no se echa sólo glifosato. Se echa glifosato con un montón de coadyuvantes que generan un metabolito que se llama AMPA (ácido aminometilfosfónico). Eso es más tóxico que el glifosato. Nunca se echa sólo el glifosato. Si no que es un combo químico y eso no está contado en ningún momento.

¿Cuáles son los principales centros académicos a los cuales te referenciás?

Siempre en la UNLP (Universidad Nacional de La Plata), la Facultad de Humanidades. Y ahora estoy en el CHAYA, que es el Centro de Historia Argentina Y Americana. Y después, la UNSAM (Universidad Nacional de San Martín), y el IDAES (Instituto de Altos Estudios Sociales), que son donde estoy haciendo la Maestría y donde tengo la beca y de donde es mi Directora de Tesis. Y el CONICET.

Si tuvieras un espacio en Radio Universidad donde pudieras difundir información respecto a la tarea que desarrollás: ¿Qué te parece relevante?

Primero, el impacto de los agrotóxicos en la salud humana y en el medio ambiente. Pienso que de eso se debiera estar hablando en todos lados. Y después, la alternativa,  la agroecología. Y los beneficios. Lo barato que es producir. Los beneficios que tenés, económicos. Los productores agropecuarios tienen una historia que no es la de un campesino. Son productores agropecuarios, con otra historia. No les podemos pedir un contacto con la tierra, un amar a la tierra. Tenés que hablarles de costo. Y realmente. Hay productores del cordón verde de acá, que han hecho el traspaso de lo convencional a lo agroecológico, con otros costos también. Muchísimo mejores.

¿Qué destacarías de la agricultura agroecológica?

Primero, la posibilidad de diversificar. De Producir sin agrotóxicos. De forma mucho más amigable con el medio ambiente. Y con una relación directa con el consumidor. Que es volver un poco a esto roto que estamos teniendo últimamente con tantos intermediarios. Y que tenés más ganancias. Porque tenés mucho menos costos. Los agrotóxicos se pagan en dólares.


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