Nueva Ley de Blanqueo: ¿blanqueo para qué?

3 junio, 2016

Por Nicolás Hernán Zeolla. Economista. Investigador-asistente C. C. Cooperación/Economía Política. El gobierno anunció un proyecto de ley para blanquear capitales. Como todos los blanqueos de fondos, el objetivo es generar condiciones “excepcionales” para aquellos que, por alguna razón mantuvieron oculto de sus declaraciones patrimoniales en AFIP una porción de su riqueza, y ahora quieran ponerse en regla.

En este caso, como en otras veces, cuando se anuncia un blanqueo no hay tanta novedad. De hecho el gobierno de CFK había lanzado otros dos blanqueos: uno en 2008 (Ley 26.476) y otro en 2013 (Ley 26.860).

Luego de la crisis de 2001/02, el salto devaluatorio hizo que el tipo de cambio se multiplique por cuatro, de modo que aquellos que había fugado divisas no necesitaban ningún incentivo adicional para ingresar fondos. En 2008, las bajas tasas en el exterior por la crisis internacional y el nuevo contexto regulatorio sobre los flujos de capitales para prevenir actividades ilegales (narcotráfico, terrorismo, etc.), se pensaba que estaban las condiciones para el ingreso masivo de dólares al país.

El del 2013 también buscaba el ingreso de dólares, condicionado a fines productivos.

Es decir, todos los gobiernos de todo el mundo barajan este tipo de alternativas para dar más aire a la cuestión fiscal o al ingreso de dólares (1) . Por eso, lo novedoso de este blanqueo no es tanto que exista, sino el contexto. A pesar de que aún no se conoce como finalmente quedará redactado el texto de la nueva ley, y más allá de la cuestión jubilatoria que se pretende asociar a este proyecto, se destacan diversos puntos.

El primer punto es que a diferencia del blanqueo de 2008 (y por ahora, nadie dice que esto no cambie), es un blanqueo sin moratoria fiscal, es decir, aquellos que evadieron impuestos y no tienen sentencia firma no se les daría ninguna facilidad. Esos siguen su ruta como siempre.

Esto nos lleva al segundo punto. El actual blanqueo se asemejaría más al del 2013, cuyo principal objetivo era la exteriorización de fondos o el ingreso de dólares. La pata fiscal por ahora pasa por una tasa de “penalidad fija” al momento de blanquear el origen de los fondos, comenzando a pagar impuestos hacia adelante, de allí que atado a este blanqueo va una ley de modificación de las escalas de bienes personales.

Asimismo, estos fondos ingresados no solo pueden ser dólares billete, sino que también pueden ser propiedades, automóviles, seguros de vida, fondos comunes de inversión, acciones, bonos, etc. Y de acá una distinción importante: exteriorización de fondos no es lo mismo que repatriación de fondos, por lo que nada garantiza que de repatriarse estos sean usados en actividades productivas. Es decir, es posible que alguien declare los fondos (los exteriorice), comenzando a pagar impuestos hacia adelante por estos fondos (bienes personales), pero los deje por fuera del circuito productivo para siempre.

El tercer punto son las alternativas u opciones que se tienen para blanquear, en sí. En principio serían tres: a) depósito en el exterior (dejarlo abajo del colchón, en cajas seguridad o en una cuenta en el exterior); b) repatriarlo al sistema financiero local; c) inmovilizarlo comprando un bono.

Dependiendo del caso que se elija, se aplicaran distintas tasas impositivas que van desde el 10% (en caso de que se deje la plata afuera del sistema local) y del 6% (si eligen comprar un bono del tesoro nacional).

El cuarto punto es el optimismo oficial respecto la magnitud y aceptación que va a tener. Según dejan trascender los funcionarios, esperarían el ingreso más de 50 mil millones de dólares. Este sería el mayor monto de ingreso neto de la historia que se haya registrado divisas por este concepto.

De ahí las dudas. Digamos que sea así, eso no hace más que demostraría la calidad técnica de los funcionarios asesoraron a las grandes fortunas del país para fugar dinero al exterior, ya que como buenos fugares que son, ahora deberían hacer lo mismo pero camino inverso. Pero como el perro arrepentido que vuelve con la cabeza gacha, en el caso que la magnitud de fondos que se espera exteriorizar sea menor, bueno, va estar la posibilidad de lanzar una prorroga.

De cualquier modo, el aspecto central parece estar en otro lado. Todos los blanqueos tienen sus contextos y sus objetivos. El blanqueo versión 2016 también.

La clave esta en comprender que el gobierno lanza un blanqueo porque necesita dólares. Estos dólares iban a ser una lluvia de inversiones externas para crear empleo productivo a principio de año. El aguacero amainó a medida que pasaron los meses, y la lluvia de dólares se transformó en garúa, cuyo principal origen fueron tímidos inversores que se des-dolarizaron partes de sus carteras para entrar en el negocio de corto plazo de las Lebac. Pero, como la actividad económica ya está pasando cuenta y los dólares siguen escaseando, la nueva versión húmeda del ingreso de dólares es en su formato higiénico. La “ducha” de dólares que se espera, vendría a solucionaría definitivamente los problemas de la estructura económica nacional.

Y de aquí las principales dudas de este blanqueo. No está mal generar las condiciones para el ingreso de divisas, es necesario que los dólares fugados vuelvan al sistema productivo argentino, porque los dólares estacionados en el exterior o fuera del sistema no rinden ni productiva ni financieramente.

Sin embargo, el error esta en no detallar la utilización efectiva de estos dólares ingresados, sobre todo si la contracara es el endeudamiento público. En el caso que no se generen las condiciones para que esos dólares aumenten la capacidad productiva (y exportadora) de la economía nacional, el blanqueo será una fase adicional en el nuevo ciclo de endeudamiento externo argentino.

 

(1) En EEUU se llamó OVDP -Offshore voluntary disclosure program- en 2009, 2011 y 2012, Italia fue el Escudo Fiscal en 2001, 2002 y 2009, en España fue una amnistía fiscal en 2010, 2011, 2012, en México fue la Ley de Ingreso de la Federación 2013.

 


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